lunes, 18 de abril de 2016

"Algunos hombres buenos" en el Mercader de Venecia


Hola a todos.

Cierto es. ¿Algunos hombres buenos, la película de Tom Cruise y Jack Nicholson, relacionada con Shakespeare? Ciertamente. Soy un gran fan de las películas de juicios, y por ello, voy a hablar de una novela con uno, un drama de esos que siempre he querido leer y por fin lo he hecho (también ayuda que en Madrid representen la obra de teatro en repetidas ocasiones): EL MERCADER DE VENECIA.

El juicio
El argumento de esta obra, escrita entre entre los años 1596 y 1598, muy resumido, es el siguiente:

Bassanio, un joven que pretende conseguir el amor de una rica y huérfana Porcia, necesita la ayuda de su amigo Antonio, mercader de Venecia: una cantidad de dinero suficiente para presentarse ante la rica heredera como un marido con futuro (a pesar de que la muchacha requiera una prueba “distinta” de amor). Desgraciadamente, en ese momento Antonio no dispone de capital, salvo la inversión en sus barcos que están inmersos en largos viajes. Con esto, Antonio antepone la amistad de su amigo a su propio interés, y solicita un crédito al usurero judío Shylock. Como éste último no cree que vaya a poder devolverle el crédito, a modo de pago solicita una libra de carne de Antonio, en caso de impago, en principio de manera simbólica, como muestra de buena voluntad.
Hasta que el judío pone los puntos sobre las íes al sentirse avergonzado por una gran ofensa y reclama el pago de la deuda, y exige esa libra de carne, que llevaría a la muerte a Antonio.

No cuento más, bastante sinopsis he hecho ya.

En el mercader de Venecia existe uno de esos momentos cumbres, un golpe de efecto de los que te sacan un sonrisa pensando “qué cabxxn”, desde un punto de vista jurídico. De hecho, queda demostrada la sentencia latina “Summum ius summa iniuria “, esto es, demostrar que una aplicación rigurosa del Derecho puede conllevar una gran injusticia. Personalmente, me encanta la frase “Me llamásteis perro sin tener ningún motivo, pues ya que soy un perro, temed por mis mordiscos”. La verdad es que, la lectura es amena, y no precisamente larga, unas cien páginas, así que, en una tarde, podéis zamparos un clásico.

Una curiosidad de esta obra es que Shakespeare inventó el nombre de “Jessica”, hija del judío Shylock (guiño, guiño), y también inventó  la expresión “No es oro todo lo que reluce”. 
Por cierto, si eres de los que se aburre leyendo ciertas obras, como casi siempre, se puede recurrir al cine. En 2004 se rodó una película con Al Pacino en el papel de Shylock y Jeremy Irons en el de Antonio. Con estos actores, habrá que verla.

Es una pena, pero no he encontrado demasiados libros antiguos sobre el mercader de Venecia, salvo en recopilatorios de obras de Shakespeare. Como siempre, he tirado de mis ejemplares de la Biblioteca Arte y Letras, donde tengo la obra con unas ilustraciones bastante chulas.








Bueno, creo que por hoy hemos tenido una buena ración, no sé si tanto como una libra de carne (en la vaca Argentina seguro que podría intentarlo). ¡Hasta la siguiente!

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